jueves, 23 de julio de 2009

"Somos una válvula de escape"



Fotografía: Joel Martínez
Montse Fernández - Natalia Puga / Tánger.
Dar tu tiempo a cambio de vivir una experiencia”, responde Adrián cuando le preguntamos sobre su visión de la figura del voluntariado. Aparentemente distante ante todo lo que le rodea, nos asegura que el principio básico de todo voluntario “es comprender una situación determinada e interiorizarla para ser feliz”.

Este joven vilagarciano había participado ya en otras situaciones de voluntariado en España, pero ninguna había resultado tan intensa como la que está viviendo aquí en Marruecos, no obstante, asegura con convicción que en un país o en otro “los principios del voluntariado siguen siendo los mismos, comprender la realidad y asumirla”.

Puede que el hecho de ser hombre y no poder alojarse en la casa de una trabajadora de las fábricas del textil le haya impedido vivir esta experiencia plenamente, integrarse en una familia tradicional como han podido hacer sus compañeras. El convive con el presidente de Attawassoul, Boubker El Khamlichi, pero aún así, se muestra contento con todo lo que le ha podio ver y realizar hasta ahora, “es otro tipo de experiencia, el hecho de ir a un local occidental, ver el laicismo que existe en la sociedad marroquí, te ofrece otros puntos de vista, yo soy un mero observador aquí”.

Reconoce que los primeros días como voluntario activo en la asociación Attawassoul fueron duros, “es difícil enseñar algo cuando no te entienden o tienes pocos medios”, por lo que considera primordial que desde Amarante se forme bien a los voluntarios sobre las actividades que van a realizar y las necesidades de la asociación, “mejorar la docencia en las clases de español y de informática, todo aquello que sea de ayuda a los que vengan el año que viene”.

Sin embargo, para Adrián esta experiencia está siendo mucho más que una simple acción de voluntariado, y considera que el enriquecimiento está siendo mutuo, “básicamente aquí a lo que venimos es a compartir, para las trabajadoras somos una válvula de escape y para nosotros es un modo de aprender mutuamente y de que ellas puedan salir de su realidad cotidiana y vivir un momento de alegría”.

Un ejemplo de trabajo sin fin con una única finalidad: ayudar a los demás


Fotografía: Joel Martínez
Montse Fernández - Natalia Puga / Tánger.
Está sentada ante un delicioso vaso de té y rodeada de las pastas y dulces más deliciosos de la gastronomía marroquí, pero Rabea Bentahar no mueve ni un dedo hacia estos manjares. Como cada lunes y cada jueves del año, está de ayuno. Este control sobre sus propios instintos añade mayor serenidad a su mirada y mayor calma a un rostro que acumula incalculables horas de labores sociales sin notar el cansancio o la decepción porque un único deseo mueve el día a día de esta mujer marroquí: ayudar a los demás y “dar gracias por todo lo que tengo”. Un ejemplo más de solidaridad y voluntariado con el que uno tropieza por las calles de Tánger.

Está tan informada de las últimas novedades de la política de Irán como del fenómeno fan surgido tras la muerte de Michael Jackson, muestra la misma pasión al analizar la crisis económica mundial como el conflicto palestino-israelí, se manifiesta igualmente crítica hacia los más radicales del Islám como hacia las interpretaciones más liberales de su religión. Rabea Bentahar es una de esas personas que te marcan sin previo aviso, que te hacen reflexionar sobre lo divino y lo humano y ayudan a que tu mente se abra hacia nuevas visiones de una misma realidad. Cuando ya pensabas que habías conocido todas las formas posibles de vivir el Islám, el sinfín de modelos de familia de la cultura marroquí y todos los tipos de mujeres que pueblan las calles de Tánger, su aparición da otra vuelta de tuerca a la realidad. Bondad, reflexión y una generosidad interminable caracterizan a una mujer con un espíritu de trabajo desinteresado difícil de imaginar sin haberla conocido.

Ella ha optado por llevar la vestimenta tradicional y cubrir su cabello con un pañuelo, pero no muestra ni pizca de asombro al coincidir con correligionarias con el look más moderno. Ella es musulmana practicante y no se salta ni uno de los rezos diarios, pero a la hora de ayudar no se para a valorar creencias religiosas porque “tu ayudas a una persona porque lo necesita, no por quien es”. A través de su trabajo en la ONG “Ayuda y Socorro” canaliza su ayuda a los colectivos más desfavorecidos de Tánger y cada día da verdaderos ejemplos de altruismo.

Lleva viuda 37 de sus 69 años, pero sus ojos aún se llenan de lágrimas cuando habla de su marido. Quizás por ese amor incondicional, quizás por las dificultades que atravesó cuando se quedó sola con cinco hijos de entre seis meses y trece años, ha dedicado buena parte de sus esfuerzos a mejorar la situación de las viudas y huérfanos de su ciudad. Una iniciativa que comenzó con una reunión semanal de cinco amigas con ganas de ayudar a los demás se ha convertido en la actualidad en una ONG con quince personas contratadas que desde el año 1995 ya ha conseguido apadrinar a 2.800 niños huérfanos de padre. La organización se basa en la generosidad de personas de todo Marruecos e incluso del extranjero (con mucha colaboración de países como Siria y alguna de Francia o España) que responden a las fiestas convocadas entre dos y tres veces al año apadrinando a un niño al que aportan unos 300 dirhans al mes para que pueda seguir viviendo con su madre.

La educación es la clave

La iniciativa pretende garantizar uno de los pilares de la filosofía de vida que mantiene Rabea Bentahar, que la mujer tiene que criar a sus hijos para garantizar que se conviertan en ciudadanos responsables y, en su caso, en buenos exponentes de la religión musulmana. “La educación de los niños es lo más importante. A lo mejor no hemos sabido enseñar a los hijos a vivir el Islám. No les hemos dado el tiempo suficiente a nuestros hijos. La madre tendría que dárselo todo”, reflexiona en alusión a posibles desviaciones de la fe que profesa como los radicalismos o los no practicantes. Para garantizar que las viudas de Tánger no lleguen a tal situación, le ofrecen la ayuda de “Ayuda y Socorro”.

La ONG no sólo se centra en el apadrinamiento. Cuando los niños llegan a la edad escolar, les dan becas y ayudas al estudio y a las chicas les ofrecen cursos de seis meses de formación en actividades como la costura. Además, ayudan a los enfermos, recogen medicamentos, gestionan colaboraciones para realizar una operación quirúrgica, organizan campañas de donación de sangre y gestionan un centro en el que estudian 35 niños sordomudos. En la actualidad están trabajando en la posibilidad de aportar un sueldo a las viudas para que tengas más posibilidades de quedarse en casa a cuidar de los pequeños, en la creación de un internado para universitarios y en la creación de un nuevo centro de formación.

Sin embargo, la labor solidaria de Rabea no se limita a estas iniciativas, va más allá y colabora en todo cuanto proyecto ve útil para ayudar a los demás, desde la campaña de recogida de fondos para el pueblo palestino a repartir mantas. Junto a sus compañeras, recientemente logró equipar con gafas y material de óptica a medio centenar de alumnos de un colegio con muchas dificultades de visión y su encomiable labor despierta la bondad de personas con recursos, como un ciudadano anónimo al que únicamente conoce una persona de la asociación y que abona los salarios de todos los trabajadores de la misma o un tangerino que les regaló dos edificios de apartamentos en los que varias familias desfavorecidas logran llevar una vida digna.

¿Su secreto? “En una asociación siempre hay que tener mucha paciencia, siempre mirar hacia delante, siempre estar bien con todo el mundo y muchas horas de trabajo” y seguir un precepto que Rabea Bentahar considera clave en un ser humano: “lo que ganas tienes que repartirlo en tres partes, una para comerla, una para ahorrarla y una para darla”.

domingo, 19 de julio de 2009

Boubker El Khamlichi: “Sin esta experiencia, las obreras no habrían podido ver la igualdad entre los seres humanos”


Fotografía: Joel Martínez
Montse Fernández - Natalia Puga / Tánger.
A primera vista puede parecer evadido de la realidad, sus silencios y la calma que desprende su persona pueden confundirse con indiferencia, pero tras esta fachada encontramos a una persona comprometida con la lucha que defiende. Sindicalista, político y un gran militante social, Boubker El-Khamlichi, representante de la asociación de mujeres obreras Attawassoul, se ha convertido en los últimos días en el Cicerone de los voluntarios de Amarante en el camino para conocer la situación laboral de las mujeres en Tánger. Convencido de que las propias trabajadoras son el motor del cambio hacia una estructura laboral más justa e igualitaria (en la que se garantice, por encima de todo, la dignidad de las personas), ha querido trasmitirles la importancia de su presencia en Marruecos, pues para las integrantes de la asociación son la referencia de otras culturas y modos de vida, y les ayudan a experimentar un proceso de apertura entre ellas mismas y hacia la sociedad. También lanza un aviso a navegantes, recuerda a los viajeros que “cuando se vayan, su visión de la realidad habrá cambiado”


- ¿En qué crees que es positiva la presencia de los voluntarios de Amarante para los miembros de Attawassoul?- Yo creo que es una iniciativa muy positiva, es la tercera experiencia entre Amarante y Attawassoul. Yo creo que uno de nuestros objetivos es que las sociedades se conozcan, se comuniquen, convivir, conocer el uno del otro, aceptarse…
Este tipo de experiencias son muy importantes para las obreras, porque de otro modo no habrían tenido la ocasión de ver la igualdad entre los seres humanos, no habrían tenido la oportunidad de ver las diferencias e igualdades. Esa comunicación por si misma es muy positiva. Por ejemplo, en la playa hemos visto que las obreras, a través del contacto, han cambiado su actitud, su comportamiento, para ellas es un acontecimiento muy importante. El interés para los compañeros de Galicia radica en que la gente española empieza a ver a nuestra sociedad de otro modo, a conocer más profundamente una realidad más verdadera de nuestra sociedad.

- Los voluntarios han quedado muy impresionados al conocer las condiciones laborales de las mujeres. ¿Desde la fundación de Attawassoul se ha registrado alguna mejora?
- La mayoría de las empresas del textil violan los estatutos de los trabajadores y a nivel laboral no se puede hablar de mejoras. Los salarios no han aumentado casi nada y la vida se ha encarecido en los últimos tres años de una forma brutal: vivienda, productos alimenticios… y la evolución del SMIG (Salario Mínimo Garantizado) ha sido del 5 por ciento… La mayoría de las empresas no respeta el salario de las mujeres. Ahora estamos haciendo una serie de encuestas sobre el porcentaje del nivel de compra de las mujeres respecto a hace tres años.

- Amarante ha podido conocer las condiciones de trabajo de las fábricas del textil, pero las trabajadoras de Attawasoul también están en otras industrias. ¿Cuáles están peor?
- El sector de las gambas es el peor, en él las obreras trabajan entre doce y quince horas diarias con un salario muy pequeño que no llega al 60 por ciento del SMIG y donde las condiciones sanitarias son muy graves. También está el cableado, que en apariencia es el mejor, ya que se respeta la Seguridad Social, pero que si lo analizamos en profundidad también está en una situación delicada, ya que la mayoría de estos empleados merecerían un salario mayor porque son más cualificados y tienen un sistema de trabajo por turnos que les impide tener una vida equilibrada. Algunos tienen trastornos psicológicos graves y no pueden ocuparse de su familia.

- ¿Cuál es el principal problema que padecen, el bajo salario o las malas condiciones laborales?- La falta de respeto a la ley laboral actual. Lo más grave es la prohibición del derecho a defenderse, derecho sindical, de organización… está totalmente prohibido que puedan organizarse para defender sus derechos, están a merced de lo que quiera el patrón.

- ¿Qué hace falta para que mejore la situación de estas trabajadoras?- Que haya capacidad de organización, sin ella no pueden mejorar, que haya capacidad de movilización de las obreras para defender sus derechos, sino tienen que aceptar las condiciones de la patronal. En principio, depende de los partidos políticos y sindicatos, pero, sobre todo, de las personas que creen en la necesidad del cambio y de las propias obreras para que puedan concienciarse de esta necesidad.

- Desde algunos sectores de la sociedad marroquí, se han criticado los últimos procesos electorales. Ahora que estamos a punto de celebrar los diez años de la coronación de Mohamed VI, ¿en qué ha cambiado la situación del país con respecto a Hassan II?- Mucho, el enriquecimiento más agudo de la clase dominante. Las dos últimas elecciones (las de diputados de septiembre de 2007 y las comunales de junio) han demostrado que el proceso democrático es rechazado por la población. La participación ha sido muy baja y demuestra que el proceso democrático ha rechazado totalmente. Podemos decir que si no se avanza a nivel democrático, educativo y sanitario, sobre todo, hacia los más pobres, habrá una continuación de los tiempos de Hassan II. Las últimas elecciones fueron las peores de la historia a nivel de sobornos porque la gente no quería participar y cualquier método era válido para llevar a la gente a la urna. En Tánger se han llevado camiones de obreras para ir a votar sin saber a quien votaban y sino las echaban. Ha llegado a un punto crítico.

- ¿Se ha notado la crisis económica que se vive a nivel mundial en las fábricas de Tánger?
- Sí, algunas fábricas han echado a la calle a más de 600 obreros.

“No necesito ninguna de las cosas materiales que he dejado en España”


Fotografías: Joel Martínez
Montse Fernández - Natalia Puga / Tánger.
En uno de los barrios más humildes de las afueras de Tánger, en una casa a la que se accede a través de estrechas y serpenteantes callejuelas, compartiendo con media docena de hermanos el único piso de la vivienda que está construido. Allí vive Souad Eraissouni de veinte años y desde hace una semana Ana Rodríguez, una de las voluntarias de Amarante. Apenas un año de edad separa a ambas jóvenes, pero llevan vidas totalmente diferentes y el abismo del idioma dificulta su comunicación. A pesar de ello, han aprendido a entenderse y la relación que se ha establecido entre ellas es el paradigma del vínculo que desde hace tres años mantienen la asociación gallega Amarante y la tangerina Attawassoul a través del programa Xanela Aberta ao Sur: una alianza que persigue un intercambio de experiencias Norte-Sur que enriquezca la visión del mundo de jóvenes de ambas orillas del Estrecho.

Desde que conoce a Ana, Souad ha dado un pequeño paso para cruzar el abismo que separa ambas culturas: se ha abierto a su nueva compañera y está aprendiendo de ella a comportarse como es en realidad y no como establecen los cánones en los que ha sido educada. Para Ana, el avance ha sido mucho más drástico: ha descubierto la alegría de la mujer marroquí a pesar de las dificultades que pueden atravesar chicas como Souad, “algo de lo que deberíamos aprender en España”, se ha empapado de la calma que marca su biorritmo frente “a los agobios con los que vivimos allí” y se ha dado cuenta de que “podría vivir sin todas las cosas materiales”, de las que carece el círculo familiar y de amistades de su nueva amiga, afirmando que no echa de menos “nada de lo que tengo en España”.

Ana “podría vivir sin ordenadores, sin teléfono, sin todo eso que tenemos allí” y “podría estar mucho mejor”. Eso sí, reconoce que con respecto a su vida en España “echo de menos tener las cosas más organizadas” frente al caos y los imprevistos que marcan su vida desde que llegó a Tánger hace siete días y, en ocasiones, “poder escuchar un poco de mi música”, aunque, eso sí, hay muchas noches en las que la música se convierte en la protagonista central de la vida familiar, ritmos árabes, “claro está”.

En noches como la del sábado, en las que nada más entrar en el salón de casa y descalzarse al pie de la alfombra, Souad enciende el radiocassette y la saca a bailar, Ana se siente especialmente arropada pues “aunque bailo mal y no me muevo como ellas, a ella le gusta que lo haga y está siempre muy pendiente de mi”. “Me hacen sentir muy bien”, asegura en alusión al entrañable momento que vivió en casa de Souad rodeada de un grupo de amigas y hermanas y todas unidas con la música como elemento integrador.

También hay momentos en los que a Ana la experiencia se le hace larga y extraña un poco de intimidad y tranquilidad en la maraña de actividades que sus anfitriones organizan para ella a diario no le vendría mal, pero enseguida olvida cualquier sombra de agobio cuando cae en la cuenta de lo enriquecedor que está resultando el viaje. No sólo ha cambiado su opinión hacia la mujer marroquí, de la que día a día va aprendiendo que “tienen muchas ganas de romper, energía, están motivadas para conseguir algo y tiene la seguridad de que van a conocer algo mejor”, también ha confirmado que se cumplen las expectativas que tenía depositadas en el Xanela Aberta ao Sur: “es una forma de ver cómo viven aquí, ver el día a día dentro una familia de Marruecos”. “Merece la pena venir para conocer una cultura diferente y ver que a pesar de las dificultades son felices, que la gente vive unida. Me alucina que las mujeres sean así de vidas”, reflexiona con un delicioso bollo con mermelada ante sus ojos y en un ambiente en el que se mezclan un ruido de conversaciones y música.

La admiración que Ana empieza a sentir hacia la sociedad marroquí en cuanto a su filosofía de vida le genera también sentimientos de indignación a medida que conoce las limitaciones sociales con las que se enfrenta su nueva amiga (“en la calle no puede demostrar como es en realidad”) o detalles de las condiciones laborales de Souad como la falta de una asistencia sanitaria en condiciones a pesar de que le retienen cada mes un porcentaje de su nómina para este fin “¡Y cuando va al médico tiene que llevar los medicamentos!”, exclama indignada.

“Laboralmente me da bastante rabia que tenga tan pocas horas para disfrutar del tiempo libre y que después tengan tantas dificultades, como que no tenga paro, que si no solicita la pensión no recibe ningún dinero”, comenta con irritación, pero la deja al margen cuando concluye que “somos iguales aunque yo esté en España y ella aquí, pero por culpa de la religión…”.

sábado, 18 de julio de 2009

Ramona Tellechea: "Mi filosofía es con toda la libertad del mundo, pero con todo el respeto del mundo"



Fotografía: Joel Martínez
Montse Fernández - Natalia Puga / Tánger.
Haciendo gala del significado de su nombre en árabe, Assabil (itinerario o camino) se ha convertido se ha convertido en el sendero hacia la integración sociolaboral de muchos jóvenes tangerinos. El alma de este gran proyecto es Ramona Tellechea, representante de Cáritas en la Archidiócesis de Tánger y una enamorada de Marruecos desde que llegó procedente de Suiza hace diez años. “Assabil es un taller en el que construir nuestro futuro, una escuela donde aprender a vivir juntos”, según la propia definición de sus miembros. Para Ramona Tellechea es una institución creada en el año 2005 en colaboración con el Gobierno marroquí que en 2010 pasará a manos estatales y, hasta el momento, se ha convertido en el motor de su trabajo porque “lo único que sé hacer en la vida es ser trabajadora social”. Cada seis meses forma a más de 200 chicos. Su labor nos muestra otra forma de ayudar a los demás desinteresadamente y una entrevista con ella nos permite conocer otro modelo de solidaridad en Tánger.

- ¿Cuál es la labor que realiza Cáritas en Tánger?
-Caritas se centra en dos grandes capítulos. En primer lugar, la asistencia primaria o humanitaria, que es realizada por los voluntarios, y que parte de la idea de que al que tiene hambre no le puedes soltar un discurso para que luche, tienes primero que matarle las ganas de comer. Y, en segundo lugar, junto con asociaciones marroquíes, llevamos a cabo programas de formación profesional destinada a aquellos jóvenes que no tienen acceso a formación reglada, como es el caso de Assabil, un centro de formación, orientación e inserción socioprofesional de jóvenes.

- ¿Qué tipo de formación se facilita en el centro?- Nació con el objetivo de dar formación cualificada, pero ahora también nos dedicamos a la formación integral, incluyendo música, deportes, pintura artística, para lograr así el desarrollo integral como persona. Está orientada a chicos y chicas, pero el número de mujeres es inferior porque las especialidades que se imparten son profesiones tradicionalmente masculinas como la construcción, fontanería, carpintería, electricidad, pintura…

- ¿Qué jóvenes tienen prioridad a la hora de recibir esta formación?- Nuestro criterio es ayudar al que no tiene acceso, por distintos motivos, a enseñanzas regladas. Que sean monoparentales es un criterio preferente, pero también que formen parte de una familia numerosa o que se encuentren en condiciones socioeconómicas bajas.

- Conseguir que cualquier persona tenga acceso a una educación adecuada es uno de los pilares de Assabil, ¿qué objetivo tiene de fondo?- Pretendemos que cuando estos chicos terminen su formación sepan defenderse en un futuro y tengan oportunidad de vivir dignamente de su trabajo. Tras terminar su formación, tienen unas prácticas obligatorias en empresas de la zona y a muchos los cogen después para trabajar.

- ¿Por qué decidiste venir a Tánger después de trabajar en países como Suiza o Rwanda?- Porque soy bohemia, quise cambiar de aires y para mi la emigración es libre, yo tuve la suerte de venir en avión, no en patera. La gente se arriesgaba a perder su vida cruzando el Estrecho y eso me llamó mucho la atención. Había estado en Marruecos en un viaje y me encantó y cuando el Obispo pidió un voluntario, me animé.

- Tánger habrá cambiado mucho desde que llegaste en el año 1999…- Cada año cambia todo. La mejora en las infraestructuras ha sido muy positiva para la ciudad. Por ejemplo, si tienes la calle bien hecha la gente se acostumbra a tomar un zumo y no tirar el cartón.

- Al trabajar en una institución de la Iglesia Católica, ¿cómo ha sido la adaptación en un país musulmán?- A mi la adaptación no me costó nada, pero yo tengo mucho respeto a las culturas y no juzgo, he venido a empaparme. Mi filosofía es con toda la libertad del mundo, pero con todo el respeto del mundo. Cáritas está en 196 países y no he escuchado que haya tenido ningún problema por motivos de religión.

viernes, 17 de julio de 2009

Tan diferentes y tan iguales. La mujer vista desde ambas orillas


Fotografías: Joel Martínez
Montse Fernández - Natalia Puga / Tánger.
Los estereotipos que cruzan el estrecho crean una idea preconcebida de que la mujer marroquí y la mujer española son muy diferentes, y puede parecer a primera vista que al abordar este tema entre dos mujeres de distinta nacionalidad, las respuestas van a ser totalmente contrapuestas. Sin embargo, una entrevista simultánea a Silvia Lorenzo y a Bahijad Elouahabi nos ha revelado que son más parecidas de lo que pensaban antes de conocerse hace menos de una semana.
Las dos llevan una vida totalmente diferente. Silvia es trabajadora social en España y Bahijad operaria en una fábrica de textil en Marruecos. Una es universitaria y la otra tuvo que dejar sus estudios por la situación económica de su familia y, sin embargo, aparentemente son muy parecidas. Tras varios días de convivencia, se han dado cuenta de que a pesar de provenir de culturas diferentes sus realidades pueden entrelazarse sin solaparse. Tienen más puntos en común que diferencias.

- ¿Cómo veías a la mujer marroquí antes de participar en este programa?
SILVIA: La idea que yo tenía era que estaba sometida en una sociedad patriarcal, estaba en un segundo plano y sólo se dedicaba al cuidado de la familia y el marido.
- ¿Cómo veías a la mujer española antes de participar en este programa?
BAHIJAD: La mujer española está abierta, lee mucho, viaja, conoce a otras personas de otros países, aparenta más edad de la que tiene…

- Tras estos primeros días de convivencia, ¿has cambiado de idea?
S:
Sí, en cierta medida, ya que trabajan, conducen y no siguen ciertas pautas, como puede ser la vestimenta, ví que hay mujeres que conducen y en alguna medida sí se ha modificado esa idea que traía porque no sabía que la mujer pudiese hacer ciertas actividades. Pero al mismo tiempo, también veo, que cuando se casan, aparcan su vida laboral y se dedican en exclusiva a la familia.
B: He visto que la mujer de España fuma.

- ¿Qué es lo que más te llama la atención de ella?
S:
Que tiene mucha curiosidad e interés por aprender. Me llama la atención que la ropa que utiliza no es la que yo traía en mente, la tradicional. Sólo lleva la ropa tradicional cuando va a la mezquita.
B: Que la mujer es una persona normal, que tiene un compromiso, que es muy comprometida, que tiene palabra.

- ¿Con qué calificativos definirías a Bahijad?
S:
Muy dulce, muy trabajadora, muy despierta, con mucha curiosidad, muy hospitalaria.
- ¿Con qué calificativos definirías a Silvia?
B:
Silvia es una persona muy seria, es trabajadora y curiosa, quiere conocer todas las cosas.

- ¿Qué te gusta de la vida de la mujer marroquí que no haya en España?
S:
Me gusta la vida familiar que tiene, es una familia unida y habla mucho, algo que en España se ha perdido.
- ¿Qué te gusta de la vida de la mujer española que no haya en Marruecos?
B:
Vosotras podéis conocer todas las cosas. Para Silvia es una suerte poder tener un viaje aquí, pero yo no lo tengo tan fácil para ir a España.

- ¿Te has sentido incómoda con ella en algún momento?
S:
No, para nada. Realmente esta familia es bastante machista, que los hombres comen en el salón y las mujeres en la cocina y, al terminar, la mujer recoge. Hay ciertos detalles que no me gustan en exceso, pero no me resultan incómodos.
B: Silvia actúa de manera muy normal, no ha tenido ningún gesto que me haya chocado. Hasta ahora todo va bien, una persona de España que viene de otra cultura y con otras costumbres puede hacer cosas que nos choquen, pero ella no.

- ¿Te gustaría vivir en Marruecos siendo mujer?
S:
No, venir de vacaciones sí, pero vivir aquí no.
- ¿Te gustaría vivir en España siendo mujer?
B:
Todavía no he viajado a España, así que todavía no tengo una imagen clara de España para saber si me va a gustar.

- ¿Piensas que es más difícil la vida de la mujer en Marruecos que en España?
S:
Realmente tampoco puedo hablar mucho porque realmente no sé lo que dice la gente por la calle o si los chicos, como me comentaron, te dicen cosas incómodas. No viví ninguna acción agresiva o de rechazo por el hecho de ser mujer, por lo menos en la vida diaria, aunque también es verdad que yo nunca voy sola. Supongo que será más difícil ser mujer aquí, pero no porque lo haya vivido en me propia carne sino por lo que me dice ella, que trabaja tantas horas, la vida que llevan las mujeres en casa y en el trabajo y porque en las familias grandes no todos los hijos pueden estudiar y si hay un hermano hombre será él el primero en hacerlo.
- ¿Piensas que es más difícil la vida de la mujer en Marruecos que en España?
B:
Una mujer que va a vivir a España con su familia tiene pocas dificultades, pero si va sola ya lo tiene más difícil.

El voluntariado desde otro enfoque


Fotografías: Joel Martínez
Montse Fernández - Natalia Puga / Tánger.
Hacía mucho tiempo que María Jesús López, una enfermera catalana de 46 años, quería participar como voluntaria en un programa solidario y este año le ha llegado su oportunidad a través de la ONG Setem. Ya lleva dos semanas en Marruecos y ha tenido la oportunidad de conocer de cerca el trabajo de asociaciones como ‘Pateras por la vida’,‘Forum das Femmes’ o ‘Al Mouatina’ y de vivir de dos formas diferentes: alojada con una familia y viviendo en un centro público con sus compañeros voluntarios. Son dos maneras distintas de vivir la misma experiencia con una misma finalidad en el horizonte: conocer otra realidad e intentar ayudar a que se superen las diferencias. La misma motivación que arrastró a Tánger a los colaboradores de Amarante.

La experiencia está siendo muy intensa y ha hecho que María Jesús no se sienta decepcionada con lo que ha vivido: “sabía a lo que venía y lo que me podía encontrar”. Nos comenta que antes de viajar reciben una formación en Setem que considera “fundamental” y que valora muy positivamente, ya que “los occidentales tenemos conceptos predeterminados sobre la sociedad marroquí, que cuando llegas aquí se desmoronan totalmente”, por lo que es mejor estar preparada.

Si tuviese que definir al pueblo marroquí con una palabra, esta sería hospitalidad, “estoy muy sorprendida con el trato de la gente, son muy amables, están contentos simplemente por saludarnos”. Una de las vivencias que más le ha calado se produjo en una cafetería cuando una joven marroquí a la que no conocía se le acercó simplemente para decirle hola. “Me sorprendió y me animó mucho”, recuerda.
Antes de llegar a Tánger, estuvieron diez días en Larache, lugar en el que se sintió muy afortunada por haber tenido la posibilidad de vivir con una familia tradicional que le ha permitido ver muchas realidades diferentes, “la sociedad marroquí es muy variada, te puedes encontrar de todo, desde los más religiosos, hasta los más liberales, pero ellos conviven sin problemas con estas diferencias, nosotros somos mucho más cuadriculados que ellos”.

Nos cuenta con satisfacción su labor como voluntaria, “colaboramos en los talleres, enseñándoles español, canciones y bailes, hacemos lo que nos pidan, pero lo fundamental, es compartir tu vida con la gente de aquí”.

María Jesús nos asegura, que cuando se planteó la posibilidad de viajar a Marruecos, pensó que era una buena forma de conocerlos mejor, “en donde vivo, hay muchos emigrantes marroquís, y realmente tras esta experiencia estoy entendiendo muchas cosas, como por ejemplo, el tema del velo, no hay que darle tanto valor. Ellas lo llevan porque quieren, habrá alguna que sea obligada, pero yo las veo contentas”.
Espera repetir de nuevo su experiencia como voluntaria, tal vez en otro tipo de expedición en la que pueda poner en práctica sus conocimientos de enfermería, pero de lo que está segura es de que nunca olvidará este viaje.