jueves, 23 de julio de 2009

"Somos una válvula de escape"



Fotografía: Joel Martínez
Montse Fernández - Natalia Puga / Tánger.
Dar tu tiempo a cambio de vivir una experiencia”, responde Adrián cuando le preguntamos sobre su visión de la figura del voluntariado. Aparentemente distante ante todo lo que le rodea, nos asegura que el principio básico de todo voluntario “es comprender una situación determinada e interiorizarla para ser feliz”.

Este joven vilagarciano había participado ya en otras situaciones de voluntariado en España, pero ninguna había resultado tan intensa como la que está viviendo aquí en Marruecos, no obstante, asegura con convicción que en un país o en otro “los principios del voluntariado siguen siendo los mismos, comprender la realidad y asumirla”.

Puede que el hecho de ser hombre y no poder alojarse en la casa de una trabajadora de las fábricas del textil le haya impedido vivir esta experiencia plenamente, integrarse en una familia tradicional como han podido hacer sus compañeras. El convive con el presidente de Attawassoul, Boubker El Khamlichi, pero aún así, se muestra contento con todo lo que le ha podio ver y realizar hasta ahora, “es otro tipo de experiencia, el hecho de ir a un local occidental, ver el laicismo que existe en la sociedad marroquí, te ofrece otros puntos de vista, yo soy un mero observador aquí”.

Reconoce que los primeros días como voluntario activo en la asociación Attawassoul fueron duros, “es difícil enseñar algo cuando no te entienden o tienes pocos medios”, por lo que considera primordial que desde Amarante se forme bien a los voluntarios sobre las actividades que van a realizar y las necesidades de la asociación, “mejorar la docencia en las clases de español y de informática, todo aquello que sea de ayuda a los que vengan el año que viene”.

Sin embargo, para Adrián esta experiencia está siendo mucho más que una simple acción de voluntariado, y considera que el enriquecimiento está siendo mutuo, “básicamente aquí a lo que venimos es a compartir, para las trabajadoras somos una válvula de escape y para nosotros es un modo de aprender mutuamente y de que ellas puedan salir de su realidad cotidiana y vivir un momento de alegría”.

Un ejemplo de trabajo sin fin con una única finalidad: ayudar a los demás


Fotografía: Joel Martínez
Montse Fernández - Natalia Puga / Tánger.
Está sentada ante un delicioso vaso de té y rodeada de las pastas y dulces más deliciosos de la gastronomía marroquí, pero Rabea Bentahar no mueve ni un dedo hacia estos manjares. Como cada lunes y cada jueves del año, está de ayuno. Este control sobre sus propios instintos añade mayor serenidad a su mirada y mayor calma a un rostro que acumula incalculables horas de labores sociales sin notar el cansancio o la decepción porque un único deseo mueve el día a día de esta mujer marroquí: ayudar a los demás y “dar gracias por todo lo que tengo”. Un ejemplo más de solidaridad y voluntariado con el que uno tropieza por las calles de Tánger.

Está tan informada de las últimas novedades de la política de Irán como del fenómeno fan surgido tras la muerte de Michael Jackson, muestra la misma pasión al analizar la crisis económica mundial como el conflicto palestino-israelí, se manifiesta igualmente crítica hacia los más radicales del Islám como hacia las interpretaciones más liberales de su religión. Rabea Bentahar es una de esas personas que te marcan sin previo aviso, que te hacen reflexionar sobre lo divino y lo humano y ayudan a que tu mente se abra hacia nuevas visiones de una misma realidad. Cuando ya pensabas que habías conocido todas las formas posibles de vivir el Islám, el sinfín de modelos de familia de la cultura marroquí y todos los tipos de mujeres que pueblan las calles de Tánger, su aparición da otra vuelta de tuerca a la realidad. Bondad, reflexión y una generosidad interminable caracterizan a una mujer con un espíritu de trabajo desinteresado difícil de imaginar sin haberla conocido.

Ella ha optado por llevar la vestimenta tradicional y cubrir su cabello con un pañuelo, pero no muestra ni pizca de asombro al coincidir con correligionarias con el look más moderno. Ella es musulmana practicante y no se salta ni uno de los rezos diarios, pero a la hora de ayudar no se para a valorar creencias religiosas porque “tu ayudas a una persona porque lo necesita, no por quien es”. A través de su trabajo en la ONG “Ayuda y Socorro” canaliza su ayuda a los colectivos más desfavorecidos de Tánger y cada día da verdaderos ejemplos de altruismo.

Lleva viuda 37 de sus 69 años, pero sus ojos aún se llenan de lágrimas cuando habla de su marido. Quizás por ese amor incondicional, quizás por las dificultades que atravesó cuando se quedó sola con cinco hijos de entre seis meses y trece años, ha dedicado buena parte de sus esfuerzos a mejorar la situación de las viudas y huérfanos de su ciudad. Una iniciativa que comenzó con una reunión semanal de cinco amigas con ganas de ayudar a los demás se ha convertido en la actualidad en una ONG con quince personas contratadas que desde el año 1995 ya ha conseguido apadrinar a 2.800 niños huérfanos de padre. La organización se basa en la generosidad de personas de todo Marruecos e incluso del extranjero (con mucha colaboración de países como Siria y alguna de Francia o España) que responden a las fiestas convocadas entre dos y tres veces al año apadrinando a un niño al que aportan unos 300 dirhans al mes para que pueda seguir viviendo con su madre.

La educación es la clave

La iniciativa pretende garantizar uno de los pilares de la filosofía de vida que mantiene Rabea Bentahar, que la mujer tiene que criar a sus hijos para garantizar que se conviertan en ciudadanos responsables y, en su caso, en buenos exponentes de la religión musulmana. “La educación de los niños es lo más importante. A lo mejor no hemos sabido enseñar a los hijos a vivir el Islám. No les hemos dado el tiempo suficiente a nuestros hijos. La madre tendría que dárselo todo”, reflexiona en alusión a posibles desviaciones de la fe que profesa como los radicalismos o los no practicantes. Para garantizar que las viudas de Tánger no lleguen a tal situación, le ofrecen la ayuda de “Ayuda y Socorro”.

La ONG no sólo se centra en el apadrinamiento. Cuando los niños llegan a la edad escolar, les dan becas y ayudas al estudio y a las chicas les ofrecen cursos de seis meses de formación en actividades como la costura. Además, ayudan a los enfermos, recogen medicamentos, gestionan colaboraciones para realizar una operación quirúrgica, organizan campañas de donación de sangre y gestionan un centro en el que estudian 35 niños sordomudos. En la actualidad están trabajando en la posibilidad de aportar un sueldo a las viudas para que tengas más posibilidades de quedarse en casa a cuidar de los pequeños, en la creación de un internado para universitarios y en la creación de un nuevo centro de formación.

Sin embargo, la labor solidaria de Rabea no se limita a estas iniciativas, va más allá y colabora en todo cuanto proyecto ve útil para ayudar a los demás, desde la campaña de recogida de fondos para el pueblo palestino a repartir mantas. Junto a sus compañeras, recientemente logró equipar con gafas y material de óptica a medio centenar de alumnos de un colegio con muchas dificultades de visión y su encomiable labor despierta la bondad de personas con recursos, como un ciudadano anónimo al que únicamente conoce una persona de la asociación y que abona los salarios de todos los trabajadores de la misma o un tangerino que les regaló dos edificios de apartamentos en los que varias familias desfavorecidas logran llevar una vida digna.

¿Su secreto? “En una asociación siempre hay que tener mucha paciencia, siempre mirar hacia delante, siempre estar bien con todo el mundo y muchas horas de trabajo” y seguir un precepto que Rabea Bentahar considera clave en un ser humano: “lo que ganas tienes que repartirlo en tres partes, una para comerla, una para ahorrarla y una para darla”.

domingo, 19 de julio de 2009

Boubker El Khamlichi: “Sin esta experiencia, las obreras no habrían podido ver la igualdad entre los seres humanos”


Fotografía: Joel Martínez
Montse Fernández - Natalia Puga / Tánger.
A primera vista puede parecer evadido de la realidad, sus silencios y la calma que desprende su persona pueden confundirse con indiferencia, pero tras esta fachada encontramos a una persona comprometida con la lucha que defiende. Sindicalista, político y un gran militante social, Boubker El-Khamlichi, representante de la asociación de mujeres obreras Attawassoul, se ha convertido en los últimos días en el Cicerone de los voluntarios de Amarante en el camino para conocer la situación laboral de las mujeres en Tánger. Convencido de que las propias trabajadoras son el motor del cambio hacia una estructura laboral más justa e igualitaria (en la que se garantice, por encima de todo, la dignidad de las personas), ha querido trasmitirles la importancia de su presencia en Marruecos, pues para las integrantes de la asociación son la referencia de otras culturas y modos de vida, y les ayudan a experimentar un proceso de apertura entre ellas mismas y hacia la sociedad. También lanza un aviso a navegantes, recuerda a los viajeros que “cuando se vayan, su visión de la realidad habrá cambiado”


- ¿En qué crees que es positiva la presencia de los voluntarios de Amarante para los miembros de Attawassoul?- Yo creo que es una iniciativa muy positiva, es la tercera experiencia entre Amarante y Attawassoul. Yo creo que uno de nuestros objetivos es que las sociedades se conozcan, se comuniquen, convivir, conocer el uno del otro, aceptarse…
Este tipo de experiencias son muy importantes para las obreras, porque de otro modo no habrían tenido la ocasión de ver la igualdad entre los seres humanos, no habrían tenido la oportunidad de ver las diferencias e igualdades. Esa comunicación por si misma es muy positiva. Por ejemplo, en la playa hemos visto que las obreras, a través del contacto, han cambiado su actitud, su comportamiento, para ellas es un acontecimiento muy importante. El interés para los compañeros de Galicia radica en que la gente española empieza a ver a nuestra sociedad de otro modo, a conocer más profundamente una realidad más verdadera de nuestra sociedad.

- Los voluntarios han quedado muy impresionados al conocer las condiciones laborales de las mujeres. ¿Desde la fundación de Attawassoul se ha registrado alguna mejora?
- La mayoría de las empresas del textil violan los estatutos de los trabajadores y a nivel laboral no se puede hablar de mejoras. Los salarios no han aumentado casi nada y la vida se ha encarecido en los últimos tres años de una forma brutal: vivienda, productos alimenticios… y la evolución del SMIG (Salario Mínimo Garantizado) ha sido del 5 por ciento… La mayoría de las empresas no respeta el salario de las mujeres. Ahora estamos haciendo una serie de encuestas sobre el porcentaje del nivel de compra de las mujeres respecto a hace tres años.

- Amarante ha podido conocer las condiciones de trabajo de las fábricas del textil, pero las trabajadoras de Attawasoul también están en otras industrias. ¿Cuáles están peor?
- El sector de las gambas es el peor, en él las obreras trabajan entre doce y quince horas diarias con un salario muy pequeño que no llega al 60 por ciento del SMIG y donde las condiciones sanitarias son muy graves. También está el cableado, que en apariencia es el mejor, ya que se respeta la Seguridad Social, pero que si lo analizamos en profundidad también está en una situación delicada, ya que la mayoría de estos empleados merecerían un salario mayor porque son más cualificados y tienen un sistema de trabajo por turnos que les impide tener una vida equilibrada. Algunos tienen trastornos psicológicos graves y no pueden ocuparse de su familia.

- ¿Cuál es el principal problema que padecen, el bajo salario o las malas condiciones laborales?- La falta de respeto a la ley laboral actual. Lo más grave es la prohibición del derecho a defenderse, derecho sindical, de organización… está totalmente prohibido que puedan organizarse para defender sus derechos, están a merced de lo que quiera el patrón.

- ¿Qué hace falta para que mejore la situación de estas trabajadoras?- Que haya capacidad de organización, sin ella no pueden mejorar, que haya capacidad de movilización de las obreras para defender sus derechos, sino tienen que aceptar las condiciones de la patronal. En principio, depende de los partidos políticos y sindicatos, pero, sobre todo, de las personas que creen en la necesidad del cambio y de las propias obreras para que puedan concienciarse de esta necesidad.

- Desde algunos sectores de la sociedad marroquí, se han criticado los últimos procesos electorales. Ahora que estamos a punto de celebrar los diez años de la coronación de Mohamed VI, ¿en qué ha cambiado la situación del país con respecto a Hassan II?- Mucho, el enriquecimiento más agudo de la clase dominante. Las dos últimas elecciones (las de diputados de septiembre de 2007 y las comunales de junio) han demostrado que el proceso democrático es rechazado por la población. La participación ha sido muy baja y demuestra que el proceso democrático ha rechazado totalmente. Podemos decir que si no se avanza a nivel democrático, educativo y sanitario, sobre todo, hacia los más pobres, habrá una continuación de los tiempos de Hassan II. Las últimas elecciones fueron las peores de la historia a nivel de sobornos porque la gente no quería participar y cualquier método era válido para llevar a la gente a la urna. En Tánger se han llevado camiones de obreras para ir a votar sin saber a quien votaban y sino las echaban. Ha llegado a un punto crítico.

- ¿Se ha notado la crisis económica que se vive a nivel mundial en las fábricas de Tánger?
- Sí, algunas fábricas han echado a la calle a más de 600 obreros.

“No necesito ninguna de las cosas materiales que he dejado en España”


Fotografías: Joel Martínez
Montse Fernández - Natalia Puga / Tánger.
En uno de los barrios más humildes de las afueras de Tánger, en una casa a la que se accede a través de estrechas y serpenteantes callejuelas, compartiendo con media docena de hermanos el único piso de la vivienda que está construido. Allí vive Souad Eraissouni de veinte años y desde hace una semana Ana Rodríguez, una de las voluntarias de Amarante. Apenas un año de edad separa a ambas jóvenes, pero llevan vidas totalmente diferentes y el abismo del idioma dificulta su comunicación. A pesar de ello, han aprendido a entenderse y la relación que se ha establecido entre ellas es el paradigma del vínculo que desde hace tres años mantienen la asociación gallega Amarante y la tangerina Attawassoul a través del programa Xanela Aberta ao Sur: una alianza que persigue un intercambio de experiencias Norte-Sur que enriquezca la visión del mundo de jóvenes de ambas orillas del Estrecho.

Desde que conoce a Ana, Souad ha dado un pequeño paso para cruzar el abismo que separa ambas culturas: se ha abierto a su nueva compañera y está aprendiendo de ella a comportarse como es en realidad y no como establecen los cánones en los que ha sido educada. Para Ana, el avance ha sido mucho más drástico: ha descubierto la alegría de la mujer marroquí a pesar de las dificultades que pueden atravesar chicas como Souad, “algo de lo que deberíamos aprender en España”, se ha empapado de la calma que marca su biorritmo frente “a los agobios con los que vivimos allí” y se ha dado cuenta de que “podría vivir sin todas las cosas materiales”, de las que carece el círculo familiar y de amistades de su nueva amiga, afirmando que no echa de menos “nada de lo que tengo en España”.

Ana “podría vivir sin ordenadores, sin teléfono, sin todo eso que tenemos allí” y “podría estar mucho mejor”. Eso sí, reconoce que con respecto a su vida en España “echo de menos tener las cosas más organizadas” frente al caos y los imprevistos que marcan su vida desde que llegó a Tánger hace siete días y, en ocasiones, “poder escuchar un poco de mi música”, aunque, eso sí, hay muchas noches en las que la música se convierte en la protagonista central de la vida familiar, ritmos árabes, “claro está”.

En noches como la del sábado, en las que nada más entrar en el salón de casa y descalzarse al pie de la alfombra, Souad enciende el radiocassette y la saca a bailar, Ana se siente especialmente arropada pues “aunque bailo mal y no me muevo como ellas, a ella le gusta que lo haga y está siempre muy pendiente de mi”. “Me hacen sentir muy bien”, asegura en alusión al entrañable momento que vivió en casa de Souad rodeada de un grupo de amigas y hermanas y todas unidas con la música como elemento integrador.

También hay momentos en los que a Ana la experiencia se le hace larga y extraña un poco de intimidad y tranquilidad en la maraña de actividades que sus anfitriones organizan para ella a diario no le vendría mal, pero enseguida olvida cualquier sombra de agobio cuando cae en la cuenta de lo enriquecedor que está resultando el viaje. No sólo ha cambiado su opinión hacia la mujer marroquí, de la que día a día va aprendiendo que “tienen muchas ganas de romper, energía, están motivadas para conseguir algo y tiene la seguridad de que van a conocer algo mejor”, también ha confirmado que se cumplen las expectativas que tenía depositadas en el Xanela Aberta ao Sur: “es una forma de ver cómo viven aquí, ver el día a día dentro una familia de Marruecos”. “Merece la pena venir para conocer una cultura diferente y ver que a pesar de las dificultades son felices, que la gente vive unida. Me alucina que las mujeres sean así de vidas”, reflexiona con un delicioso bollo con mermelada ante sus ojos y en un ambiente en el que se mezclan un ruido de conversaciones y música.

La admiración que Ana empieza a sentir hacia la sociedad marroquí en cuanto a su filosofía de vida le genera también sentimientos de indignación a medida que conoce las limitaciones sociales con las que se enfrenta su nueva amiga (“en la calle no puede demostrar como es en realidad”) o detalles de las condiciones laborales de Souad como la falta de una asistencia sanitaria en condiciones a pesar de que le retienen cada mes un porcentaje de su nómina para este fin “¡Y cuando va al médico tiene que llevar los medicamentos!”, exclama indignada.

“Laboralmente me da bastante rabia que tenga tan pocas horas para disfrutar del tiempo libre y que después tengan tantas dificultades, como que no tenga paro, que si no solicita la pensión no recibe ningún dinero”, comenta con irritación, pero la deja al margen cuando concluye que “somos iguales aunque yo esté en España y ella aquí, pero por culpa de la religión…”.

sábado, 18 de julio de 2009

Ramona Tellechea: "Mi filosofía es con toda la libertad del mundo, pero con todo el respeto del mundo"



Fotografía: Joel Martínez
Montse Fernández - Natalia Puga / Tánger.
Haciendo gala del significado de su nombre en árabe, Assabil (itinerario o camino) se ha convertido se ha convertido en el sendero hacia la integración sociolaboral de muchos jóvenes tangerinos. El alma de este gran proyecto es Ramona Tellechea, representante de Cáritas en la Archidiócesis de Tánger y una enamorada de Marruecos desde que llegó procedente de Suiza hace diez años. “Assabil es un taller en el que construir nuestro futuro, una escuela donde aprender a vivir juntos”, según la propia definición de sus miembros. Para Ramona Tellechea es una institución creada en el año 2005 en colaboración con el Gobierno marroquí que en 2010 pasará a manos estatales y, hasta el momento, se ha convertido en el motor de su trabajo porque “lo único que sé hacer en la vida es ser trabajadora social”. Cada seis meses forma a más de 200 chicos. Su labor nos muestra otra forma de ayudar a los demás desinteresadamente y una entrevista con ella nos permite conocer otro modelo de solidaridad en Tánger.

- ¿Cuál es la labor que realiza Cáritas en Tánger?
-Caritas se centra en dos grandes capítulos. En primer lugar, la asistencia primaria o humanitaria, que es realizada por los voluntarios, y que parte de la idea de que al que tiene hambre no le puedes soltar un discurso para que luche, tienes primero que matarle las ganas de comer. Y, en segundo lugar, junto con asociaciones marroquíes, llevamos a cabo programas de formación profesional destinada a aquellos jóvenes que no tienen acceso a formación reglada, como es el caso de Assabil, un centro de formación, orientación e inserción socioprofesional de jóvenes.

- ¿Qué tipo de formación se facilita en el centro?- Nació con el objetivo de dar formación cualificada, pero ahora también nos dedicamos a la formación integral, incluyendo música, deportes, pintura artística, para lograr así el desarrollo integral como persona. Está orientada a chicos y chicas, pero el número de mujeres es inferior porque las especialidades que se imparten son profesiones tradicionalmente masculinas como la construcción, fontanería, carpintería, electricidad, pintura…

- ¿Qué jóvenes tienen prioridad a la hora de recibir esta formación?- Nuestro criterio es ayudar al que no tiene acceso, por distintos motivos, a enseñanzas regladas. Que sean monoparentales es un criterio preferente, pero también que formen parte de una familia numerosa o que se encuentren en condiciones socioeconómicas bajas.

- Conseguir que cualquier persona tenga acceso a una educación adecuada es uno de los pilares de Assabil, ¿qué objetivo tiene de fondo?- Pretendemos que cuando estos chicos terminen su formación sepan defenderse en un futuro y tengan oportunidad de vivir dignamente de su trabajo. Tras terminar su formación, tienen unas prácticas obligatorias en empresas de la zona y a muchos los cogen después para trabajar.

- ¿Por qué decidiste venir a Tánger después de trabajar en países como Suiza o Rwanda?- Porque soy bohemia, quise cambiar de aires y para mi la emigración es libre, yo tuve la suerte de venir en avión, no en patera. La gente se arriesgaba a perder su vida cruzando el Estrecho y eso me llamó mucho la atención. Había estado en Marruecos en un viaje y me encantó y cuando el Obispo pidió un voluntario, me animé.

- Tánger habrá cambiado mucho desde que llegaste en el año 1999…- Cada año cambia todo. La mejora en las infraestructuras ha sido muy positiva para la ciudad. Por ejemplo, si tienes la calle bien hecha la gente se acostumbra a tomar un zumo y no tirar el cartón.

- Al trabajar en una institución de la Iglesia Católica, ¿cómo ha sido la adaptación en un país musulmán?- A mi la adaptación no me costó nada, pero yo tengo mucho respeto a las culturas y no juzgo, he venido a empaparme. Mi filosofía es con toda la libertad del mundo, pero con todo el respeto del mundo. Cáritas está en 196 países y no he escuchado que haya tenido ningún problema por motivos de religión.

viernes, 17 de julio de 2009

Tan diferentes y tan iguales. La mujer vista desde ambas orillas


Fotografías: Joel Martínez
Montse Fernández - Natalia Puga / Tánger.
Los estereotipos que cruzan el estrecho crean una idea preconcebida de que la mujer marroquí y la mujer española son muy diferentes, y puede parecer a primera vista que al abordar este tema entre dos mujeres de distinta nacionalidad, las respuestas van a ser totalmente contrapuestas. Sin embargo, una entrevista simultánea a Silvia Lorenzo y a Bahijad Elouahabi nos ha revelado que son más parecidas de lo que pensaban antes de conocerse hace menos de una semana.
Las dos llevan una vida totalmente diferente. Silvia es trabajadora social en España y Bahijad operaria en una fábrica de textil en Marruecos. Una es universitaria y la otra tuvo que dejar sus estudios por la situación económica de su familia y, sin embargo, aparentemente son muy parecidas. Tras varios días de convivencia, se han dado cuenta de que a pesar de provenir de culturas diferentes sus realidades pueden entrelazarse sin solaparse. Tienen más puntos en común que diferencias.

- ¿Cómo veías a la mujer marroquí antes de participar en este programa?
SILVIA: La idea que yo tenía era que estaba sometida en una sociedad patriarcal, estaba en un segundo plano y sólo se dedicaba al cuidado de la familia y el marido.
- ¿Cómo veías a la mujer española antes de participar en este programa?
BAHIJAD: La mujer española está abierta, lee mucho, viaja, conoce a otras personas de otros países, aparenta más edad de la que tiene…

- Tras estos primeros días de convivencia, ¿has cambiado de idea?
S:
Sí, en cierta medida, ya que trabajan, conducen y no siguen ciertas pautas, como puede ser la vestimenta, ví que hay mujeres que conducen y en alguna medida sí se ha modificado esa idea que traía porque no sabía que la mujer pudiese hacer ciertas actividades. Pero al mismo tiempo, también veo, que cuando se casan, aparcan su vida laboral y se dedican en exclusiva a la familia.
B: He visto que la mujer de España fuma.

- ¿Qué es lo que más te llama la atención de ella?
S:
Que tiene mucha curiosidad e interés por aprender. Me llama la atención que la ropa que utiliza no es la que yo traía en mente, la tradicional. Sólo lleva la ropa tradicional cuando va a la mezquita.
B: Que la mujer es una persona normal, que tiene un compromiso, que es muy comprometida, que tiene palabra.

- ¿Con qué calificativos definirías a Bahijad?
S:
Muy dulce, muy trabajadora, muy despierta, con mucha curiosidad, muy hospitalaria.
- ¿Con qué calificativos definirías a Silvia?
B:
Silvia es una persona muy seria, es trabajadora y curiosa, quiere conocer todas las cosas.

- ¿Qué te gusta de la vida de la mujer marroquí que no haya en España?
S:
Me gusta la vida familiar que tiene, es una familia unida y habla mucho, algo que en España se ha perdido.
- ¿Qué te gusta de la vida de la mujer española que no haya en Marruecos?
B:
Vosotras podéis conocer todas las cosas. Para Silvia es una suerte poder tener un viaje aquí, pero yo no lo tengo tan fácil para ir a España.

- ¿Te has sentido incómoda con ella en algún momento?
S:
No, para nada. Realmente esta familia es bastante machista, que los hombres comen en el salón y las mujeres en la cocina y, al terminar, la mujer recoge. Hay ciertos detalles que no me gustan en exceso, pero no me resultan incómodos.
B: Silvia actúa de manera muy normal, no ha tenido ningún gesto que me haya chocado. Hasta ahora todo va bien, una persona de España que viene de otra cultura y con otras costumbres puede hacer cosas que nos choquen, pero ella no.

- ¿Te gustaría vivir en Marruecos siendo mujer?
S:
No, venir de vacaciones sí, pero vivir aquí no.
- ¿Te gustaría vivir en España siendo mujer?
B:
Todavía no he viajado a España, así que todavía no tengo una imagen clara de España para saber si me va a gustar.

- ¿Piensas que es más difícil la vida de la mujer en Marruecos que en España?
S:
Realmente tampoco puedo hablar mucho porque realmente no sé lo que dice la gente por la calle o si los chicos, como me comentaron, te dicen cosas incómodas. No viví ninguna acción agresiva o de rechazo por el hecho de ser mujer, por lo menos en la vida diaria, aunque también es verdad que yo nunca voy sola. Supongo que será más difícil ser mujer aquí, pero no porque lo haya vivido en me propia carne sino por lo que me dice ella, que trabaja tantas horas, la vida que llevan las mujeres en casa y en el trabajo y porque en las familias grandes no todos los hijos pueden estudiar y si hay un hermano hombre será él el primero en hacerlo.
- ¿Piensas que es más difícil la vida de la mujer en Marruecos que en España?
B:
Una mujer que va a vivir a España con su familia tiene pocas dificultades, pero si va sola ya lo tiene más difícil.

El voluntariado desde otro enfoque


Fotografías: Joel Martínez
Montse Fernández - Natalia Puga / Tánger.
Hacía mucho tiempo que María Jesús López, una enfermera catalana de 46 años, quería participar como voluntaria en un programa solidario y este año le ha llegado su oportunidad a través de la ONG Setem. Ya lleva dos semanas en Marruecos y ha tenido la oportunidad de conocer de cerca el trabajo de asociaciones como ‘Pateras por la vida’,‘Forum das Femmes’ o ‘Al Mouatina’ y de vivir de dos formas diferentes: alojada con una familia y viviendo en un centro público con sus compañeros voluntarios. Son dos maneras distintas de vivir la misma experiencia con una misma finalidad en el horizonte: conocer otra realidad e intentar ayudar a que se superen las diferencias. La misma motivación que arrastró a Tánger a los colaboradores de Amarante.

La experiencia está siendo muy intensa y ha hecho que María Jesús no se sienta decepcionada con lo que ha vivido: “sabía a lo que venía y lo que me podía encontrar”. Nos comenta que antes de viajar reciben una formación en Setem que considera “fundamental” y que valora muy positivamente, ya que “los occidentales tenemos conceptos predeterminados sobre la sociedad marroquí, que cuando llegas aquí se desmoronan totalmente”, por lo que es mejor estar preparada.

Si tuviese que definir al pueblo marroquí con una palabra, esta sería hospitalidad, “estoy muy sorprendida con el trato de la gente, son muy amables, están contentos simplemente por saludarnos”. Una de las vivencias que más le ha calado se produjo en una cafetería cuando una joven marroquí a la que no conocía se le acercó simplemente para decirle hola. “Me sorprendió y me animó mucho”, recuerda.
Antes de llegar a Tánger, estuvieron diez días en Larache, lugar en el que se sintió muy afortunada por haber tenido la posibilidad de vivir con una familia tradicional que le ha permitido ver muchas realidades diferentes, “la sociedad marroquí es muy variada, te puedes encontrar de todo, desde los más religiosos, hasta los más liberales, pero ellos conviven sin problemas con estas diferencias, nosotros somos mucho más cuadriculados que ellos”.

Nos cuenta con satisfacción su labor como voluntaria, “colaboramos en los talleres, enseñándoles español, canciones y bailes, hacemos lo que nos pidan, pero lo fundamental, es compartir tu vida con la gente de aquí”.

María Jesús nos asegura, que cuando se planteó la posibilidad de viajar a Marruecos, pensó que era una buena forma de conocerlos mejor, “en donde vivo, hay muchos emigrantes marroquís, y realmente tras esta experiencia estoy entendiendo muchas cosas, como por ejemplo, el tema del velo, no hay que darle tanto valor. Ellas lo llevan porque quieren, habrá alguna que sea obligada, pero yo las veo contentas”.
Espera repetir de nuevo su experiencia como voluntaria, tal vez en otro tipo de expedición en la que pueda poner en práctica sus conocimientos de enfermería, pero de lo que está segura es de que nunca olvidará este viaje.

jueves, 16 de julio de 2009

No todos quieren cruzar

Montse Fernández - Natalia Puga / Tánger. Cerrar la puerta a los victimismos y luchar por abrir paso a una vida digna y a un Marruecos mejorado en la que hombre y mujer tengan una posición paralela en la sociedad. Esta es la actitud ante la vida que abanderan Najat y Fatima, dos trabajadoras de las fábricas del textil que invaden las afueras de Tánger, y que se afanan por sacar adelante a sus hijos de corta edad sin una presencia masculina a su lado. Najat por la ausencia injustificada de su segundo marido y Fatima por la coyuntura de tener al suyo buscando oportunidades en España, pero su realidad actual es que se encuentran solas y se ven obligadas a dejar a los niños con sus madres y hermanas al tener un horario incompatible para poder cuidarles y darles una educación adecuada.
















Fotografía: Joel Martínez

A pesar de que sus situaciones personales a veces les hacen llorar, y de que no renuncian a reivindicar mayores salarios y mejores condiciones laborales (tan sólo disponen de cinco minutos para ir al servicio y no pueden hablar entre ellas durante la jornada laboral), ambas mujeres se muestran contentas de poder conservar su trabajo, sobre todo en estos tiempos que corren, en los que la crisis económica mundial también se ha cebado con Marruecos, principalmente, con el sector de la construcción. Los 1.8000 o 2.000 dirhans (170 o 190 euros) al mes que reciben por una media de entre ocho y diez horas diarias de trabajo apenas les alcanzan para algo más que pagar el alquiler, comer y criar a sus hijos, pero para ellas la parte económica no es lo más importante en la vida. Con una permanente sonrisa en la boca nos demuestran que son felices con poco y que lo material no juega un papel tan relevante.

Sentadas ante un vaso de elegante servido por Najat, y compartiendo mesa con su incansable y exigente profesora de español, Amina Bentahar, estas jóvenes trabajadoras dejan muy claro desde el primer momento que no todo el mundo quiere cruzar el Estrecho para buscar un porvenir mejor en España. Valoran mucho más la serenidad de la vida en Marruecos que el estresante ritmo vital que llevarían en nuestro país. La situación de su compañero de aula y merienda Hassan es diferente. Por su condición de hombre, tiene mayores oportunidades para crecer personal y profesionalmente en su país, ha decidido vivir reproduciendo el modelo de familia tradicional marroquí y deja entrever pequeños atisvos de machismo, pero tampoco apuesta por el salto.

Sienten curiosidad por conocer lo más detalladamente posible la situación del trabajador en España, pero el intercambio de información deja quizá más sorpresa en el lado español de la mesa al descubrir que han conseguido beneficios laborales que a primera vista podrían parecer inimaginables. En el mismo lugar de trabajo en el que no pueden ni hablar ni moverse con libertad, nos quedamos asombradas cuando nos cuentan que ya han dado pasos tan importantes como la baja por maternidad o el derecho hace pocos años impensable a tener una baja por enfermedad.

La lengua, un camino hacia el progreso
En una improvisada clase de español en casa de su profesora, explican las motivaciones que les han llevado a aprender nuestra lengua. Hassan porque lo necesita para comunicarse con su jefe español, Najat porque le encanta todo lo que tiene que ver con la cultura de nuestro país y Fatima para cuando los visados le permitan reencontrarse con su marido en Toledo. Y todos partiendo del convencimiento de que conocer otro idioma abre muchas puertas profesionalmente.

Los tres coinciden en que Marruecos necesita caminar hacia una sociedad más igualitaria, en la que el hombre y la mujer tengan los mismos derechos, pero, a la par, consideran que modernidad y tradición pueden llegar a compenetrarse sin que una relegue a la otra. Una vez más, nos encontramos en la eterna contradicción del pueblo marroquí.

Una ayuda que traspasa fronteras


Fotografías: Joel Martínez
Montse Fernández - Natalia Puga / Tánger. Hasma es alumna de Diego desde hace cuatro días, y en ella proyecta todas esas ansias de ayudar que le animaron a apuntarse al programa Xanela Aberta ao Sur. Las ganas de indagar sobre otras realidades y su eterna curiosidad por conocer fueron las motivaciones que empujaron a este vigués hacia Tánger, pero desde el primer momento se marcó como objetivo aportar un pequeño granito de arena para construir una realidad de igualdad y dignidad laboral para las mujeres y, en especial, para las trabajadoras de las fábricas del textil en el norte de Marruecos.
Su pequeña aportación está siendo Hasma, una chica que, hasta su llegada, limitaba su relación con un ordenador al uso del programa de mensajería instantánea ‘Messenger’. Desde que el lunes empezó a darle clases de informática en el local de Attawassoul, ya ha aprendido “a imprimir, a crear un documento, a buscar en Google, a cortar y pegar, tareas básicas y muy útiles”.

Attawassoul también se beneficiará de los conocimientos de este joven voluntario, pues se ha marcado el reto de dejar su huella en la asociación en forma de un mejor sistema informático. Planea mejorar la tarjeta gráfica de los ordenadores para optimizar la conexión a Internet de la asociación y conectarlos en línea para facilitar el trabajo en equipo. Pero, sin duda, el mejor recuerdo que dejará de su paso por Tánger serán las relaciones que ha establecido con sus compañeros voluntarios y con los miembros de la asociación que le ha abierto los brazos, a los que siempre intenta apoyar con una amplia sonrisa.
Consciente de que resulta complicado devolver en su justa medida esa hospitalidad con la que ha sido recibido, entrega a cambio su experiencia en el campo del asociacionismo y su preparación profesional, les transmite ideas y propuestas constructivas acerca de la situación de las trabajadoras de las fábricas de la ‘Zona Franca’ tangerina y la forma de dar a estas mujeres mejores condiciones laborales y vitales.



La experiencia está resultando especialmente enriquecedora para Diego Alsa, que además está aprovechando el cambio total que ha dado su vida en las últimas horas para dejar de fumar, y le ha hecho tener los sentimientos a flor de piel. “Estoy muy sensible, esto es muy intenso”, relata todavía emocionado al recordar el caluroso recibimiento que dio Attawassoul al grupo de voluntarios de Amarante el domingo, y especialmente agradecido por los detalles que tienen hacia el y que le hacen “sentirse en casa”.
Reconoce que el viaje está teniendo momentos difíciles, que hay ocasiones en las que se siente agobiado ante la falta de independencia e intimidad en un país en el que las viviendas están diseñadas pensando en potenciar la vida en familia, y que incluso ha pensado que la experiencia es tan intensa que debería ser más corta. Sin embargo, todos estos sentimientos conviven y se solapan continuamente con el eterno agradecimiento por encontrar siempre una sonrisa en la boca cuando se cruza con una trabajadora de Attawassoul, y la balanza siempre acaba inclinándose a favor de seguir aprovechando al máximo su Xanela Aberta ao Sur, pues la actitud ante la vida de estas mujeres es, a sus ojos, “una verdadera lección” para una sociedad europea cada vez más deshumanizada.
Los primeros cinco días de viaje le han hecho reafirmarse en que este programa “no son unas vacaciones para nada”, sino una oportunidad de empaparse de una cultura antagónica y superar los estereotipos y las ideas preconcebidas que llevan a muchos ciudadanos del Norte a encontrar sólo puntos negativos en las sociedades del Sur. Ahora bien, no le hace olvidar que, efectivamente, ha aterrizado en una sociedad en la que “el machismo se respira incluso en las personas aparentemente más progresistas”. Es incapaz de quedarse indiferente cuando conoce “el pasotismo de las administraciones” hacia realidades a su entender tan injustas.

miércoles, 15 de julio de 2009

Entrevista con Amina Bentahar, voluntaria incansable



Fotografía: Joel Martínez

Aunque nació en territorio español, se considera marroquí por encima de todo y cada día encuentra más motivos para seguir amando a su país y ayudando a los demás. Amina Bentahar es voluntaria en muchas asociaciones de Tánger y su ilusión es poder crear algún día una asociación benéfica para trabajar con niños. En esta entrevista analiza para Agareso la realidad marroquí y la visión que tiene Occidente de su país.

“No pensé que fuese tan intenso, tan emocional”


Fotografía: Joel Martínez
Montse Fernández - Natalia Puga / Tánger.
Hoy hemos presenciado uno de los momentos más emotivos de la estancia de los voluntarios de Amarante; y es que no todos los días te dicen que has llegado al corazón de una persona. Cristina no pudo contener las lágrimas al escuchar estas palabras de una de las trabajadoras de Attawassoul en una de las actividades grupales organizada en la sede de la asociación. Se ha dado cuenta de que estaba equivocada cuando creía que su primera experiencia como voluntaria la enriquecería en el plano social porque es el trato personal “lo que de verdad me está nutriendo”.

La casa en la que está acogida Cristina representa uno de los modelos de familia más tradicional de la sociedad marroquí, algo que, a primera vista, puede parecer un inconveniente teniendo en cuenta que en su vida en España es muy independiente y liberal. Sin embargo, asegura estar contenta con el hogar en el que vive ya que es una experiencia “mucho más real, una realidad más cruda” que la que pueden vivir otros compañeros recibidos en familias menos conservadoras.

Hay momentos en los que no tener intimidad también se convierte en un problema, pero, es un aspecto al que se está amoldando con menos dificultades de las que esperaba ya que, en caso contrario, se sentiría sola. Desde el primer momento en el que llegó, siempre han estado pendientes de ella y, a pesar de que es una familia modesta, se está volcando en darle todas las comodidades e incluso le obsequiaron con un traje típico marroquí.

“No pensé que fuese tan intenso, tan emocional, pensé que iba a haber más distancia”, comenta al reflexionar sobre el aspecto que más le ha llamado la atención de su estancia hasta el momento. Tampoco escatima en adjetivos a la hora de definir el trato entregado que le profesan: “Son muy familiares, muy hospitalarios, muy generosos”.

A cambio de tanta hospitalidad, ella les responde evitando cualquier situación que puede molestarles o causarles alguna incomodidad. Siempre intenta “mantener la compostura”; renuncia a uno de sus vicios, fumar; se viste un pantalón debajo del camisón; e incluso es capaz de taparse el cabello mojado con un pañuelo.

Integrarse de esta forma era uno de los objetivos que Cristina se había marcado para el proyecto. Otro era conseguir ser de utilidad a las mujeres trabajadoras de la industria textil en Tánger. Y lo ha conseguido. “Nos sentimos muy útiles con las clases de español, están aprendiendo mucho y se muestran muy agradecidas e interesadas”, analiza, “y esperamos que les ayuden en algo”.

A título personal, estas clases de español en Attawassoul le han servido para reafirmarse en su vocación hacia la enseñanza. Asegura que le gustaría repetir la experiencia “y encaminar mi labor con este tipo de viajes”.

martes, 14 de julio de 2009

“Me parece una oportunidad única de conocer otras culturas, empaparme de ellas”


















Fotografía: Joel Martínez
Montse Fernández – Natalia Puga / Tánger.
Entre ellos ha nacido ya una fuerte complicidad. Con sólo mirarse a los ojos y hacer algún gesto son capaces de entenderse en los aspectos básicos del día a día. Sin pronunciar ni una palabra comparten risas y momentos de esparcimiento. Rahma El Chentouf y Noelia Pereira se conocen desde hace sólo tres días; Rahma tiene 30 años y es marroquí; Noelia tiene 22 años y es española; culturalmente tienen más puntos contrapuestos que coincidentes y su vida diaria es totalmente diferente, una trabajadora del textil y la otra recién licenciada, pero desde que comparten el mismo techo en el barrio de Bindiban, en Tánger, se han dado cuenta de que no son tan distintas, de que no hace falta hablar el mismo idioma para compartir experiencias: son dos chicas abiertas y estrovertidas que disfrutan de igual forma en una atracción de feria, bailando en el salón de Rahma o probándose trajes típicos marroquís.

En esta entrevista evalúan la oportunidad que les han dado Amarante y Attawassoul de conocerse, convivir y aprender la una de la otra:

- ¿Qué es lo que más os llamó la atención a la una de la otra?
RAHMA: Cuando la ví me sentí como si la conociese de antes. Estoy tranquila con ella y estoy contenta de tenerla en casa.
NOELIA: La hospitalidad que tiene y que cambia mucho dentro y fuera de casa: fuera va con el velo y todo tapado pero en casa se pone en pijama se quita el velo… Sobre todo, me llamó la atención la confianza que tiene en mí en tan sólo dos días, ya me regaló un traje suyo, … y que siempre está riendo, es un encanto.

- ¿Pensabas que iba a ser más difícil la adaptación?
R:
Antes de que llegase estuve pensando como hacerle más fácil la adaptación, si le gustaría la comida, si se sentiría a gusto en casa… Desde que ha venido he sentido que no tengo que preocuparme por nada de eso. La única dificultad que tenemos es la lengua, es comunicarse. Aparte de eso, lo demás es sencillo.
N: Pensé que la adaptación iba a ser más fácil porque yo hablo un poco de francés. La comunicación es difícil, pero por gestos nos estamos entendiendo bien.

- ¿Por qué decidiste recibir a una voluntaria en tu casa?
R:
Fue por sorteo y tuve un mes para prepararme. De todas formas, cualquiera de nosotras estaríamos encantadas de tener a una persona en casa.

- ¿Por qué decidiste apuntarte al Xanela Aberta ao Sur?
N:
Siempre me gustó viajar y conocer otras culturas, empaparme de ellas. Me parece una oportunidad única porque no es lo mismo ir de turista normal a un hotelito que vivir la cultura, las pequeñitas cosas, desde ducharte a hablar con ella por señas, ver como cocina, el día a día…

- ¿Cómo hacéis para entenderos?
R:
Por señas. La veo e intento ver lo que necesita, aunque me hubiese gustado no tener esta barrera con ella.
N: Por dibujos, por señas o mediante sus amigas si saben hablar francés.

- ¿Qué esperas sacar en positivo de esta experiencia?
R:
Es la primera persona española que está en mi casa, se me va a quedar grabado en la memoria que este año estuvo una chica conmigo. Para mi es una novedad conocer a gente de otro país, mi familia y mis amigas son los de siempre, no conozco a nadie fuera de mi círculo.
N: Mil cosas. Poder conocer algo tan personal como su situación laboral, aprender algo de árabe, vivir la cultura árabe de cerca, conocer todo, aprender de todos los que conozco, las mujeres, las personas con las que viajo... Aprender un poco de cada uno.

- ¿Qué es lo que más os gusta a la una de la otra?
R:
Sólo he estado con ella un día, todavía no la conozco mucho. Me gusta cuando sonríe, cada gesto, su inocencia.
N: Que siempre está alegre, que tiene mucho interés en aprender español, en aprender mi cultura. Lo que se preocupa por mí.

lunes, 13 de julio de 2009

Viajeros sin estrellas. Otra forma de conocer una cultura


Fotografía: Joel Martínez
Montse Fernández – Natalia Puga / Tánger.
Una de las primeras lecciones vitales que recibidos al aterrizar en Tánger es que “no es lo mismo visitar un país como turista que como viajero” y los seis voluntarios de Amarante que comenzaron el domingo su andadura en Marruecos ya se han dado cuenta de esta diferencia. Si de verdad quieres conocer un país, tienes que mezclarte con su gente y profundizar en sus costumbres y su cultura desde dentro. El que lo hace es un verdadero viajero. Adrián, Ana, Cristina, Diego, Noelia y Silvia son verdaderos viajeros.

Convivir con una familia sin conocer el idioma y demostrar que el entendimiento es posible ha sido la primera prueba de fuego que se han encontrado nuestros voluntarios nada más llegar a Tánger. Si hay una impresión en la que coinciden todos ellos es la hospitalidad del pueblo marroquí: “No me dejan sola en ningún momento, están todos siempre pendientes de mi”, aseguraba Cristina en la primera reunión de trabajo en el local de Attawassoul. El sentimiento de soledad no tiene cabida a pesar de encontrarse con la dificultad del idioma; se sienten tan “cómodos” en las casas que les han asignado que no dejan de sorprenderse por la sencilla adaptación a un país que desde fuera veían tan cerrado a los demás.

Los problemas de comunicación han sido para ellos la principal traba en sus primeras horas de experiencia como voluntarios, ya que resulta difícil enseñar otro idioma cuando no conoces el de tus alumnos. Hubo momentos del día en los que se sintieron desilusionados (“es frustrante querer comunicarse y no poder, nos agobiamos porque no nos sentíamos útiles para las mujeres”, indicaba al respecto Diego nada más concluir la jornada de trabajo), pero han conseguido salvar el escollo.

Su clase inicial de español a las trabajadoras de Attawassoul ha resultado igualmente productiva gracias a las ganas de aprender y la ilusión que ponen en todo lo que hacen estas mujeres. Las más de diez horas de trabajo que acumulaban sobre sus hombros no les impidieron acudir a las actividades propuestas por los voluntarios de Amarante y no borraron sus ansías por empaparse de otra cultura que aunque vecina es tan diferente a la suya.

Si hubo un momento que mereció la pena del primer día de trabajo de los voluntarios en el centro fue el intercambio cultural que cerró la jornada. El interés por la otra cultura fue mútuo y se generó un debate muy enriquecedor en el que la diferencia de idioma era lo menos importante, perdía peso frente a la curiosidad por conocer lo entresijos de uno de los pilares fundamentales de cualquier sociedad: la familia.

Este primer día ha despertado aún más las ganas de ayudar y de ser útiles que movió a Adrián, Ana, Cristina, Diego, Noelia y Silvia a emprender este viaje tan enriquecedor para ambas partes.

sábado, 11 de julio de 2009

Cuando la realidad cambia tus concepciones



Fotografía: Joel Martínez
Montse Fernández - Natalia Puga / Tánger. Nada más pisar suelo tangerino, nuestras ideas preconcebidas de la sociedad marroquí se han tambaleado. El contraste y la diversidad que te encuentras en pleno centro de la ciudad choca frontalmente con la imagen que tiene buena parte de occidente del Magreb mostrando una mezcla perfecta entre las costumbres más tradicionales del mundo árabe y la modernidad europea.

El último modelo de Mercedes aparcado detrás de un coche que en Europa dormiría en las calles de un desguace es una imagen de lo más peculiar de las calles de Tánger, pero pierde protagonismo al lado de una pareja de amigas de edad similar vestidas muy diferentes: una con la vestimenta tradicional que sólo deja a la luz el rostro y la otra con el ‘look’ más novedoso de la calle de cualquier gran ciudad del norte.

Al margen de las impresiones que te entran directamente por la vista, uno de los aspectos que más llama la atención es lo respetuosa que se muestra la sociedad marroquí ante todo lo que es diferente. Acabamos de llegar a Tánger, pero estamos seguros de que nos queda mucho por percibir de esta ciudad en la que cada calle te depara nuevos olores y sensaciones.

Objetivo: mirar el mundo desde otra perspectiva



Fotografía: Joel Martínez
Montse Fernández - Natalia Puga / Pontevedra. Tienen la mirada puesta ya en el sur, las emociones a flor de piel y un sinfín de esperanzas depositadas en esta experiencia. En tan sólo unas horas, seis voluntarios del programa Xanela Aberta ao Sur de Amarante partirán rumbo a Tánger, ciudad que combina a la perfección las costumbres marroquíes con la occidentalidad que le otorga estar a sólo un paso de Europa. El nerviosismo, la curiosidad y la convicción de que lo que van a vivir no les dejará indiferentes revolotean en sus mentes y conviven con esa inquietud que uno siente siempre hacia lo desconocido.

¿Qué les espera al otro lado del Estrecho? Las dudas les invaden y les gustaría que alguien arrojase un poco de luz sobre tantos interrogantes, pero saben que nadie puede hacerlo, que cada experiencia es única y encontrarán las respuestas por si mismos en cuanto recorran el largo camino que les separa de la sociedad marroquí. Y es que esta maraña de sensaciones no esconde sino un deseo, una esperanza de regresar con un objetivo cumplido. Para unos es saciar la eterna curiosidad hacia lo desconocido. Para otros, empaparse de otras realidades. Para todos, conocer la situación del sur desde otra perspectiva, conocer en primera persona una sociedad totalmente diferente, a veces injusta, y otras fascinante.

El objetivo general de Xanela Aberta ao Sur es, para Amarante, acercarle la realidad de los países del sur a la población para profundizar en las relaciones Norte-Sur y en el conocimiento de la situación actual de estos países, impulsando de esta forma las relaciones fraternas entre los pueblos.

Los seis voluntarios que parten hacia Tánger el próximo sábado comenzaron ya hace cuatro meses el camino hacia este destino. Lo hicieron de la mano de un programa de formación que les ha acercado al complejo mundo de las ONGD y de las injustas relaciones entre los países, pero es ahora cuando se enfrentan al tramo final y definitivo hacia este conocimiento. Delante tienen un largo recorrido en el que beberán del intercambio cultural, se alimentarán de toda una retahíla de vivencias novedosas y sorprendentes y se enriquecerán de la convivencia dentro de un grupo heterogéneo en el que sus miembros muy poco tienen que ver entre sí, más allá de una motivación común para viajar: alcanzar una visión menos distorsionada, estereotipada y vacía de perjuicios de la realidad del Magreb.

Una vez que se empapen de una sociedad tan antagónica y vivan una experiencia que rompe al cien por cien con sus vivencias previas, habrán alcanzado su destino. Allí les esperaremos para conocer sus impresiones, pero, mientras tanto, esperamos poder compartir sus risas y sus lloros, sus momentos de crecimiento, sus impresiones, sus sorpresas, todo el elenco de sensaciones, pensamientos, sentimientos que les separan de su objetivo: mirar el mundo desde otra perspectiva.